martes, 14 de septiembre de 2010

El Tío Político

Mi tía Francisca, otra hermana de mi madre, a quien conocemos todos por tía Panchi, nos contó esta historia en algunas ocasiones. Cambiaré algunos nombres y detalles para proteger a personas que no son nada inocentes... ya que lo inocentes no tienen nada que ocultar.

Todo había salido bien, el matrimonio, la ceremonia, la fiesta. Aún cuando no había buenos augurios a la unión entre Francisca y Teobaldo. Ambos jóvenes provenían de familias pobres, aunque trabajadoras, la mayoría de las cosas salieron más por esfuerzo de los novios que por el apoyo de sus familias, sobre todos los respectivos suegros, que estaban más ocupados en sus quehaceres personales. Las suegras por otro lado, al no poder ayudar económicamente, ayudaron en quehaceres, preparar cosas, ensaladas, la comida, decoraron la casa de la novia, mientras las hermanas de Francisca ayudaban a la novia a verse maravillosa.

Los malos augurios parecían ser señales no muy claras, la suegra de Francisca, una señora bastante mayor, pero que llegaría a vivir casi 100 años, soñaba viendo a su futura nuera llorando, mientras abrasaba a una pequeña niña. La Rudas de la casa de Francisca se habían secado de una semana para otra, ante el horror de Doña Audilia que adoraba sus plantas. Pero el signo más dramático fue el fallecimiento de un Tío de Teobaldo, lo que hizo que la familia del novio, participara del matrimonio en un parcial luto, que restó entusiasmo durante la fiesta. Aún así, Teobaldo insistió en celebrar la unión en la fecha establecida, él posponerlo resultaba muy complicado, y por otro lado el Tío fallecido, no era uno de sus favoritos, de hecho siempre había sentido cierta distancia de parte de él.

Tres días después, Francisca hacia la cama, aun estaba medio dormida ya que habían sido días de muchos cambios, se había ido de su casa a una media agua que estaba a medio construir en un terreno que le había prestado su mamá, estaba contenta aun cuando extrañaba el alboroto de sus hermanas, a pesar de estar a un par de metros. Había empezado a trabajar y veía con bastante optimismo el futuro y sonrió mientras hacia flotar la sábana en el aire.

Al bajarla una sombra llamó su atención, parecía un hombre o al menos su contorno, giró a la ventana para cerciorarse de que Teobaldo había llegado y la miraba mientras hacia la cama. Pero no era así, la sombra no estaba "una nube" pensó, pero el resto de la mañana sintió que alguien la observaba.

Cuando Teobaldo llegó a almorzar, Francisca olvidó esa rara sensación, estaba tan contenta, sentía que estaba por fin caminando por la vida que quería construir. Es que todo parecía costarle tanto, y si bien ella era y seria siempre una mujer dispuesta a esforzarse, al menos ahora sentía que construía algo para ella, y sobre todo junto a un él que adoraba con todo su corazón.

Las siguientes semanas pasaron sin mayores alteraciones, con excepción de esa idea de que alguien la miraba, sobre todo cuando hacia la cama, al punto que cambió la posición por donde estiraba las sábanas para poder estar mirando la ventana siempre.

Pero esa mañana, volvió a ver la sombra, casi la sintió antes de verla, de hecho fijo la mirada sabiendo que tenia que mirar en esa esquina en ese momento. Al bajar la sábana, la sombra no se perdió como la primera vez, permaneció unos segundos antes de borrarse, Francisca sintió la gota de sudor frió que bajaba por su espalda. Al mirar la sábana se fijó que ésta cayó sobre la cama tan arrugada como si no la hubiese estirado jamás.

Volvió a levantarla, pero con los ojos cerrados, no quería mirar, no lo haría, sintió la sábana flotando, la brisa pequeña que producía el cambio de luz en sus ojos cerrados.

Una mano se afirmó en su espalda y ella lanzó un grito de horror, soltó la sábana y giró con brusquedad, un hombre de unos 50 años la miraba con tristeza, vestía de negro y estaba muy pálido. Era el tío de Teobaldo, lo había visto en la foto durante el funeral, para llevar casi dos meses muerto se veía bastante bien, pálido "seguramente lo le llega el sol donde está", pero bien, "tonta esta muerto, no está bien, o yo no estoy bien si veo a un señor muerto".

"Cuídate hija" dijo el señor sin decir nada, solo con la mirada.

-¿Qué? - preguntó Francisca.

"Cuídate hija, él no es un buen hombre, te va a engañar" miraba el señor.

- No le creo - dijo Francisca con miedo - ¡ NO LE CREO! - agregó con rabia.

"Hoy no llegará a almorzar, y llegará más tarde, empezará a alejarse de ti".

-Está mintiendo - dijo Francisca sintiendo lágrimas en la cara y en el alma.

"Lo sé hija, sé lo que pasa, así como sé que estas embarazada".

-¿Qué?-.

"Todo saldrá bien, a la larga hija, pero ese hombre no es bueno, por eso no lo quería cuando estaba vivo, solo que no lo sabia, ten fuerza, todo saldrá bien a la larga, pero ten Fe".

Y desapareció.

Ese día Teobaldo no llegó a almorzar, y llegó más tarde en la noche, no supo bien por que Francisca estaba tan molesta, asustada y triste a la vez. Meses después supieron que esperaban un hijo, que resulto ser una hermosa niña a la que pusieron Angélica. Poco tiempo después Francisca descubrió que Teobaldo salía con una compañera de trabajo, y lo echo de la casa enseguida. Varios años después Francisca conoció a Ernesto, un joven trabajador y bueno con quien construyó una vida realmente feliz. Teobaldo tuvo tres parejas a quienes engaño siempre.

El tío nunca volvió a aparecer.

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